25 años en ésto y aún no aprendo ajajja
Hace unas horas borré, sin querer, años de trabajo personal con un solo comando: rm -rf docu*.
Sí, leíste bien. No fue un hackeo, no fue un fallo del sistema ni un problema de hardware. Fui yo. Con 25 años de experiencia en esto de la programación, los servidores, la nube, los backups… y aún así, me equivoqué como si fuera mi primer día frente a una terminal.
Tenía dos carpetas: docu y docu2. Quería limpiarlas. Escribí el comando, presioné Enter, y en menos de un parpadeo, desapareció también la carpeta documentos—esa que, por costumbre, nunca moví a la nube, nunca automatizó su respaldo, nunca consideré “en riesgo”. Porque… ¿quién iba a borrarla sin querer, verdad?
La ironía es tan cruda que da risa. O llanto. Depende del día.
Muchos celebran la figura del “ingeniero perfecto”: el que todo lo automatiza, el que nunca pierde un archivo, el que tiene sus repositorios limpios, sus CI/CD impecables, sus claves en un vault, sus logs centralizados y sus snapshots diarios. Ese ser mitológico al que todos aspiramos… pero que, en la vida real, casi nunca existe.
Lo que no se dice en los cursos, en los tutoriales, en los reels de “cómo ser un senior en 3 meses”, es que el 90 % del oficio no está en escribir código brillante. Está en sobrevivir a tus propios errores, en lidiar con la imperfección humana—la tuya y la de los demás—y en aceptar que, por más que domines Kubernetes o diseñes arquitecturas distribuidas, un descuido tuyo puede borrar en segundos lo que tardaste meses en construir.
Y no, esto no es una confesión de incompetencia. Es una llamada de atención contra la cultura de la infalibilidad que hemos construido en la industria tecnológica.
Hoy se premia la velocidad sobre la prudencia. Se valora más lo que publicas en GitHub que lo que aprendiste al perderlo todo. Se glorifica lo nuevo, lo rápido, lo que “escala”, pero se ignora lo frágil que sigue siendo todo cuando depende de un ser humano—cansado, distraído, con mil ventanas abiertas y un deadline encima.
Los bootcamps enseñan sintaxis, no humildad. Los influencers hablan de stacks, no de resiliencia emocional. Las empresas piden “zero downtime”, pero no invierten en cultura de respaldo ni en psicología del error. Y mientras, nosotros—los que llevamos décadas en esto—seguimos fingiendo que nunca nos ha pasado, por miedo a que nos vean como obsoletos, descuidados o, peor aún, humanos.
Pero hoy no finjo. Hoy digo: borré mi carpeta documentos. Tenía ahí notas de proyectos personales, borradores de artículos, fragmentos de cursos que planeaba publicar, fotos de esquemas en papel escaneadas… nada irremplazable en términos técnicos, pero sí en términos de tiempo, esfuerzo y memoria. Y aunque tenía backups parciales, no tenía uno reciente de todo. ¿Por qué? Porque “ya lo haré mañana”. Y mañana nunca llega… hasta que es demasiado tarde.
Esto no es solo un problema técnico. Es un problema cultural.
Vivimos en una era donde se espera que todo esté siempre disponible, siempre respaldado, siempre listo para clonar. Pero lo cierto es que la mayoría de los desarrolladores—sí, incluso los seniors—trabajamos en entornos caóticos, con herramientas incompletas, con presupuestos limitados y con la constante presión de entregar más, más rápido. Y en ese contexto, los errores no son excepciones: son inevitables.
El verdadero riesgo no está en cometerlos. Está en negarlos, en ocultarlos, en construir una imagen profesional de perfección imposible. Porque cuando normalizamos el error como parte del proceso—no como un fracaso, sino como una señal de que estamos vivos, aprendiendo, probando—entonces sí creamos entornos más seguros, más humanos, más sostenibles.
Así que sí: tengo 25 años en esto. Y aún no aprendo.
O mejor dicho: sigo aprendiendo, precisamente porque sigo equivocándome.
Y si sonríes al leer esto… probablemente también borraste algo que no querías.
O lo harás.
Y está bien. Lo importante es que, al final, no finjas que no pasó.
Porque detrás de cada comando, de cada commit, de cada deploy, hay una persona.
Con sueños, distracciones, presiones… y carpetas llamadas documentos que jamás pensó perder.
#desarrollo #tecnología #errores #aprendizaje #ingeniería #humanidad #productividad #devlife #cloud #resiliencia
Deja tu comentario
Su dirección de correo electrónico no será publicada.
0 Comentarios