Literalmente la informática me salvó la vida

Hubo una época en la que andaba perdido. Sin rumbo. Sin norte. Sin siquiera saber qué significaba tener una brújula emocional. Estaba metido en el lado oscuro de la fuerza, tomando decisiones que me alejaban de mí mismo, viviendo en automático, como si la vida fuera solo algo que pasa mientras esperas que pase algo.

Hasta que llegó la informática.

No fue amor a primera vista. Fue más bien una necesidad, una puerta entreabierta por casualidad. Empecé a programar por necesidad económica, sin saber que en realidad estaba buscando un propósito. Y poco a poco, entre líneas de código, errores de sintaxis y noches en vela debugueando, encontré algo que no sabía que necesitaba: sentido.

La informática me enseñó que soy capaz. Que puedo construir desde cero. Que un problema complejo no es un muro, sino un rompecabezas que se resuelve con paciencia, lógica y constancia. Me mostró que tengo habilidades que jamás creí poseer: resolver problemas, pensar estructuradamente, comunicarme con máquinas y, paradójicamente, conectarme mejor con las personas.

Hoy vivo de esto. Cada plato de comida en mi mesa, cada cuenta que pago, cada sueño que me permito tener, se construye con código. Por eso no lo tomo a la ligera. Estudio todos los días. Aprendo nuevos lenguajes, frameworks, metodologías. No porque tenga que hacerlo, sino porque quiero. Porque esta carrera no perdona a los que se detienen. Lo que sabes hoy, mañana puede estar obsoleto.

Y eso, en vez de asustarme, me entusiasma.

Es un desafío constante. Una montaña rusa de aprendizaje que nunca termina. Y eso es precisamente lo que más me apasiona: la tecnología no te deja estancarte. Te obliga a evolucionar. A mantener la mente ágil, curiosa, hambrienta.

Sé que no todos tienen la oportunidad de vivir de lo que aman. Por eso agradezco cada día haber encontrado este camino. No fue mérito únicamente mío, sino también de las personas que me apoyaron, de los recursos que tuve acceso, y de esa chispa interna que, aunque apagada, nunca se extinguió.

Si estás leyendo esto y te sientes perdido, sin rumbo, sin saber qué hacer con tu vida… no subestimes el poder de una nueva habilidad. A veces, solo necesitas un giro. Un lenguaje nuevo. Un tutorial. Una decisión pequeña que cambie el rumbo de todo.

La informática no solo me dio un trabajo. Me dio una razón para levantarme cada día. Me devolvió la autoestima. Me enseñó disciplina, resiliencia y creatividad.

Me salvó la vida.

Y si a mí me pasó, puede pasarle a cualquiera.

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