Cada día veo profesionales mas presumidos en mi área

Cada vez con más frecuencia, veo a profesionales que miden su valor no por lo que resuelven, sino por lo que dicen en redes. Publican frases grandilocuentes, citan frameworks como si fueran mantras sagrados y se posicionan como gurús de la transformación… hasta que el sistema se cae, el cliente se queja o el proyecto se hunde. Ahí, en lugar de soluciones, aparecen excusas disfrazadas de análisis profundos.

No es raro ver a alguien tuitear “la arquitectura debe ser resiliente” mientras su equipo entrega APIs que colapsan con 100 usuarios concurrentes. O a un líder de equipo criticar duramente la “falta de cultura DevOps” en otras áreas… mientras su propia integración continua lleva tres semanas sin funcionar. El problema ya no es la falta de conocimiento técnico, sino la sobrevaloración del discurso frente a la ejecución.

Un ejemplo cercano: una startup chilena contrató a un “experto en IA” que prometía revolucionar su modelo de negocio con algoritmos de última generación. En su perfil, decenas de posts sobre ética en inteligencia artificial, sesgos algorítmicos y gobernanza de datos. Pero cuando llegó la hora de entrenar un modelo para predecir rotación de clientes, no supo ni limpiar el dataset. Al final, el proyecto se archivó, y el experto ya estaba en LinkedIn hablando de otro “caso de éxito”.

Otro caso: un gerente de tecnología en una empresa grande culpó públicamente a sus desarrolladores por una falla de seguridad. En su discurso, todos los términos correctos: “ciberhigiene”, “principio de mínimo privilegio”, “shift left”. Pero omitió que él mismo había rechazado tres veces la propuesta de invertir en pruebas de penetración por “falta de presupuesto”. Cuando las cosas van bien, el mérito es individual. Cuando fallan, la culpa es colectiva.

Peor aún es la receta mágica que muchos repiten como mantra: “necesitamos más capacitación en buenas prácticas”. Como si un curso de ética hubiera evitado que ciertos políticos chilenos terminaran condenados… y sí, hablo de ese caso real donde se les sentenció a tomar clases de ética. ¿En serio creemos que un taller de dos horas corrige años de decisiones técnicas negligentes o culturas organizacionales tóxicas?

El conocimiento técnico no se demuestra en slides ni en frases hechas. Se demuestra en sistemas que aguantan la presión, en decisiones que priorizan lo sostenible sobre lo espectacular, y en la humildad para reconocer que nadie lo sabe todo.

Mientras el ego siga siendo el KPI principal, seguiremos celebrando voces, no resultados.

#LiderazgoTecnológico #CulturaDev #ÉticaProfesional #HumildadTécnica #ChileTech

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