Confía en ti y en tus capacidades. Pero no cometas la torpeza de confiarte

Suena contradictorio, ¿verdad? Pero no lo es. La diferencia entre confianza y confianza ciega es tan fina como el filo de un cuchillo, y muchos la atraviesan sin darse cuenta —hasta que se cortan.

Muchas veces creemos, o peor, sentimos, que tenemos grandes talentos. Y quizás los tenemos. Pero el problema no es reconocerlo, el problema es quedarnos ahí. En la autocomplacencia. En el “ya soy bueno, no necesito más”. Esa es la trampa. Y en el mundo profesional, esa actitud no solo te estanca, te entierra.

Hoy más que nunca, la arrogancia y el ego son dos protagonistas indiscutibles del mercado. No del talento, no del crecimiento, sino del ruido. Son los principales responsables de esa ideología barata que confunde postureo con expertise, y likes con logros reales.

¿Un ejemplo? Escucho con frecuencia cosas como “si tu aplicación no está en la nube de AWS, no vale la pena”. En serio. ¿En serio estamos reduciendo la calidad de una solución tecnológica a una marca? ¿O a un logo en un diagrama arquitectónico? No es que AWS no sea poderoso ,lo es,, pero convertirlo en dogma es el colmo del egocentrismo técnico. Como si antes de 2006, cuando AWS ni existía, nadie hubiera construido sistemas robustos. Por favor.

El problema es que muchos profesionales hoy no trabajan sus habilidades, trabajan su imagen. No profundizan, se exhiben. Y cuando llega el momento de resolver con sustancia, se quedan en la superficie. Porque se confiaron. Porque creyeron que sabían, y dejaron de aprender.

La verdadera confianza no te hace hablar más, te hace escuchar más. No te hace despreciar otras herramientas, te hace entender cuándo y por qué usar cada una. No te hace decir “eso no sirve”, te hace preguntar “¿para qué sirve esto?”

Así que aquí va el llamado: trabaja tu talento todos los días. Cuestiona tus certezas. Aprende en silencio. Rompe tus propios mitos. Porque el mercado no perdona a quienes se duermen en sus supuestas glorias. Y la irrelevancia profesional no llega por falta de talento, llega por falta de humildad.

Confía en ti. Pero jamás te confíes.

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