
Cuando vives en una habilitación de madera, piso de tierra pero te compras una TV de 200 pulgadas
Hoy conozco a alguien que vive en una habitación de madera, piso de tierra, sin agua caliente ni aire acondicionado, pero tiene una TV de 200 pulgadas conectada a un sonido envolvente de alta gama. No es broma. Lo vi con mis propios ojos. Y lo más impactante no es el contraste, sino que todos en su entorno lo celebran como un logro.
El problema no es la televisión. El problema es que hemos normalizado el teatro. Vivimos en una sociedad donde el valor de una persona se mide por lo que muestra, no por lo que construye. Donde aparentar ser alguien es más importante que ser alguien.
Ser pobre no siempre significa no tener dinero. A veces significa tener dinero y no tener criterio. Significa invertir en imagen cuando lo urgente es sustento. Significa priorizar lo que ven los demás sobre lo que necesitas tú.
Y esto no se queda en lo personal. Se filtra en lo profesional como un virus silencioso. En las oficinas vemos a personas obsesionadas con el puesto, con el título, con el escritorio de esquina, con el traje de marca, mientras los resultados se desinflan, los equipos se queman y los clientes se van.
Recuerdo una gerente que llegaba todos los días con un vestido nuevo, maquillaje impecable, tacones que sonaban como advertencia. Pero sus informes estaban vacíos, sus decisiones, evitadas, y su equipo, exhausto. Se preocupaba más por cómo se veía que por cómo funcionaba. Dos años después, la empresa colapsó en su área. Me ofrecieron su cargo. Lo rechacé. No porque no pudiera hacerlo, sino porque no quiero liderar desde la apariencia. Quiero liderar desde el sentido.
La cultura tóxica en muchas empresas no nace del estrés, nace del vacío. Del afán de parecer exitoso sin construir nada sólido. Del miedo a no encajar si no tienes el mismo reloj, el mismo carro, la misma vida en Instagram.
Y mientras tanto, los valores verdaderos —la ética, la humildad, la consistencia— se vuelven anticuados. Parecen de perdedores. Cuando en realidad son lo único que sostiene a una persona cuando todo lo demás se cae.
No estoy en contra del lujo. Estoy en contra de la falsedad. Del esfuerzo desmedido por encajar en un estatus que no se puede sostener. Porque tarde o temprano, la realidad golpea. Y cuando lo hace, ya no importa el tamaño de tu TV, sino el tamaño de tus decisiones.
Reflexiona. ¿Qué estás priorizando? ¿Tu imagen o tu integridad? ¿Tu puesto o tu propósito? Porque al final, no te recordarán por lo que mostraste, sino por lo que construiste.
#CulturaEmpresarial #LiderazgoReal #TrabajoYValores #AparienciaVsRealidad #DesarrolloProfesional #Integridad #LinkedInColombia #Gerencia #CrecimientoPersonal #ReflexiónLaboral
Deja tu comentario
Su dirección de correo electrónico no será publicada.
0 Comentarios