LinkedIn hoy más parece una pasarela de modas laborales que una red de contacto real

No es difícil notarlo. Cada vez que abres la aplicación, te topas con un flujo incesante de publicaciones donde lo que abunda no es el intercambio de ideas, sino la exhibición cuidadosamente editada de éxitos profesionales. Desde “felicitaciones” por cumplir un año en una empresa (aunque ese año haya sido de bajo impacto), hasta certificaciones relámpago que prometen convertirte en experto en inteligencia artificial en tres días. Todo empaquetado con frases motivacionales genéricas, fondos artificiales y una sonrisa que parece salida de un catálogo corporativo.

Y no, no se trata de envidiar el logro ajeno. Al contrario: celebrar el esfuerzo genuino es admirable. Pero hay una línea difusa entre compartir logros reales y convertir tu perfil en un escaparate de apariencias. Porque detrás de muchas de esas certificaciones, de esos “10 pasos para ser CTO antes de los 30”, o de esas fotos en el piso 42 de un edificio corporativo, no siempre hay sustancia. A veces, solo hay marketing personal mal disfrazado de profesionalismo.

Peor aún: el algoritmo lo premia. Cuanta más apariencia de éxito proyectas, más visibilidad obtienes. Y eso distorsiona por completo el propósito original de una red profesional: conectar, colaborar, aprender y generar oportunidades reales basadas en competencias, no en cuántos likes puedes acumular con una foto bien iluminada.

El problema no es solo individual. Está en la estructura misma de la plataforma. LinkedIn ha evolucionado hacia un modelo donde la cantidad sustituye a la calidad. Reclutadores que ni siquiera entienden los perfiles técnicos que manejan usan filtros de IA como si fueran varitas mágicas, descartando talento real porque no usó las palabras clave correctas. Los ATS (Applicant Tracking Systems) actúan como cárceles algorítmicas que penalizan a quienes no escriben sus CVs como si fueran prompts para ChatGPT.

Mientras tanto, miles pagan mensualmente por una membresía “premium” que les ofrece la ilusión de mayor visibilidad, pero que rara vez se traduce en oportunidades concretas. ¿Realmente alguien cree que un sello digital azul o una notificación de “perfil visto” por un reclutador que jamás te contactará vale 30 dólares al mes?

Donde debería haber herramientas para evaluar competencias, hay solo más ruido. Donde debería haber espacios para conversaciones técnicas profundas, hay listas de “5 hábitos de los líderes exitosos”. Donde podría existir una plataforma para entrevistas técnicas integradas, pruebas de código en vivo o evaluaciones contextualizadas, seguimos dependiendo de procesos externos que muchas veces ni siquiera están alineados con las habilidades reales que se necesitan.

¿No sería más útil que LinkedIn dejara de ser un diario de autoayuda corporativa y se convirtiera en una verdadera infraestructura de empleabilidad? Imagina si, en lugar de solo mostrar que hiciste un curso de Python, pudieras enlazar un proyecto real, con métricas de impacto y retroalimentación de pares. O si los reclutadores pudieran acceder a mini evaluaciones verificables directamente en la plataforma, en vez de confiar ciegamente en una lista de certificaciones que cualquiera puede comprar en un fin de semana.

La red ya tiene el potencial. Tiene la base de usuarios, los datos, la infraestructura técnica. Lo que le falta es coraje para rediseñar su propósito. Porque hoy, más que conectar profesionales, parece diseñada para alimentar egos y validar identidades laborales frágiles.

Y aquí va el mensaje directo: si tú estás leyendo esto, y también publicas, reflexiona. ¿Tu contenido suma valor real o solo ruido? ¿Ayuda a otros a crecer o solo busca validación? Porque si seguimos todos alimentando esta espiral de apariencia, terminaremos con una red llena de títulos vacíos, sin nadie dispuesto a abrir su código, su estrategia o su proceso de aprendizaje de verdad.

LinkedIn no tiene que ser aburrida. Pero tampoco tiene que ser un TikTok corporativo. Puede y debe ser un lugar donde la competencia técnica se premie por encima del storytelling barato, donde el mérito se demuestre, no solo se narre, y donde el networking vuelva a significar conversación, no solo contacto.

Porque al final del día, en un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, lo que más escasea no es el acceso a la información, sino la honestidad intelectual. Y eso no se consigue con una foto en traje, sino con la disposición de mostrar tanto los errores como los aciertos.

#LinkedIn #NetworkingReal #ProfesionalismoAuténtico #TecnologíaConSustancia #ReclutamientoDelFuturo #MéritoSobreMarketing #DesarrolloProfesional #IAyEmpleabilidad #CulturaLaboral #NoMásRuido

Deja tu comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

0 Comentarios

Suscríbete

Sígueme