
Veo con temor cómo la ideología y la política está dañando la débil estabilidad económica de Chile
Un país no se construye con buenas intenciones, sino con decisiones responsables. Y lo que veo hoy en Chile me preocupa profundamente.
La estabilidad económica que tanto nos costó reconstruir está siendo puesta en riesgo por decisiones impulsadas más por ideología que por sentido común. El aumento desmedido y acelerado del sueldo mínimo, aunque suene empático, tiene un costo muy real: el de las pequeñas y medianas empresas que no pueden absorber alzas abruptas en sus nóminas. Muchas ya están recortando personal, reduciendo jornadas o simplemento cerrando. No es teoría, es lo que veo en terreno.
Y aún así, hay voces en el Congreso que proponen seguir subiéndolo por decreto. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que no quede empresa que pueda pagar? ¿Hasta que empecemos a ver despidos masivos que nadie quiso ver venir?
Peor aún, escucho propuestas legislativas que suenan a campaña política más que a política de Estado: prohibir despidos sin considerar la salud financiera de las empresas, imponer equipos de perspectiva de género con costos que muchas compañías no pueden asumir, o exigir un año de postnatal para todos, sin preguntarse quién lo financia. ¿Acaso creemos que los empresarios tienen pozos mágicos de dinero? ¿O que los costos no terminan trasladándose al consumidor, a la productividad, al empleo?
Estoy viendo un patrón que ya he visto antes en otras naciones: se promueve la idea de que los derechos no tienen correlato con deberes, que el Estado puede garantizar todo sin que nadie pague las consecuencias. Y sabemos cómo termina eso: con economías quebradas, fuga de inversiones y ciudadanos que terminan peor que antes.
¿Soy exagerado? Tal vez. Pero prefiero sonar alarmista hoy a quedarme callado cuando ya sea demasiado tarde. Porque cuando un país prioriza la política cortoplacista sobre la sostenibilidad económica, no cae de un día para otro. Va declinando lentamente, hasta que alguien dice: ¿cómo llegamos aquí?
Quizás es momento de mirar fuera de nuestras fronteras. No por falta de amor a Chile, sino por sentido de supervivencia. Si no cambiamos el rumbo, muchos de nosotros no elegiremos irnos… simplemente no tendremos otra opción.
No se trata de ser pesimista. Se trata de ser realista. Y si nadie habla de esto, el silencio será cómplice del colapso.
#Chile #Economía #Política #Empresas #Sostenibilidad #Inversión #Trabajo #RealidadEconómica #Liderazgo #Emprendimiento #FuturoDeChile
Deja tu comentario
Su dirección de correo electrónico no será publicada.
0 Comentarios